El agua: un suministro básico que también necesita atención

Hoy pondremos el foco en el agua, la gran olvidada entre los suministros básicos de la vivienda: electricidad, gas y agua. Este olvido se debe a que está en el imaginario colectivo que el agua es barata. Del agua sólo nos acordamos en épocas de sequía, en las que aparecen multitud de campañas institucionales y se hace incidencia en el ahorro por razones de escasez, como si ahorrar fuese una cuestión solo de cuando no hay.

A partir de esas campañas institucionales se han instaurado algunos hábitos de consumo sostenibles que, por suerte, ya han permanecido entre la población. Hoy en día, casi todas las personas son conscientes de la importancia de cerrar el grifo mientras se cepillan los dientes, o conocen que ducharse produce ahorros importantes de agua respecto a bañarse.

Con este artículo iremos un poco más allá. Observaremos que ahorrar agua no sólo tiene un componente ecológico, lo cual ya es muy importante, sino también económico. Relacionaremos el ahorro de agua en nuestros usos cotidianos con el ahorro de energía y con la reducción de emisiones de CO2, y profundizaremos en los buenos hábitos de consumo del agua, más allá de los evidentes.  

En el imaginario colectivo el agua es barata. Del agua sólo nos acordamos en épocas de sequía, como si ahorrar fuese una cuestión solo de cuando no hay.

¿Cuántos litros de agua consume una persona al día? ¿Y cuántos necesita?

Las estadísticas nos acercan a la cuestión. El INE (Instituto Nacional de Estadística) situó en 2012 el gasto medio por persona y día en España en 137 litros de agua. La cifra puede parecer alta, a nosotros nos lo parece, pero las cuentas cuadran en cuanto empezamos a sumar consumos y estos no son especialmente eficientes. 

La OMS establece entre 50 y 100 litros de agua por persona y día como el umbral que garantiza un nivel de afectación sobre la salud bajo. 

Las formas más comunes de consumir agua a diario son:

DUCHARSE | 12-18 litros por minuto

Esto significa entre 90 y 100 litros, si nos duchamos durante 5 minutos, y 180 y 200 litros, si alargamos la ducha hasta los 10 minutos

TIRAR DE LA CISTERNA 10 litros si no se toman medidas de ahorro
USAR EL GRIFO DEL LAVABO Comúnmente, 4 litros por minuto
USAR EL GRIFO DE LA COCINA Suele tener un mayor caudal, 6-8 litros por minuto.
USAR EL LAVAVAJILLAS | 18 - 50 litros por uso
USAR LA LAVADORA | 40 - 55 litros por lavado

Si a todo esto además añadimos otras tareas como como lavar el coche o regar el jardín las cuentas se nos pueden ir de las manos. Además, existe una serie de consumos de agua que se realizan colectivamente (limpieza de calles, por ejemplo) que también deben ser considerados, proporcionalmente, como un consumo de agua que realizamos las personas a diario.

Ejemplo de consumo colectivo de agua.

En función de los hábitos de consumo de agua y la eficiencia de los electrodomésticos que tengamos podremos reducir, o no, considerablemente nuestros consumos de agua, pero no sólo de agua, también podemos incidir en los consumos de electricidad y gas y, con todo ello, en las emisiones de CO2 a la atmósfera. 

Sin embargo, conviene no olvidar que una cosa son los consumos diarios que producimos en nuestras viviendas, como acabamos de observar, y otra es el volumen de agua que resulta necesario para vivir. 

Uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenibles que promulga la ONU es el acceso al agua limpia y el saneamiento, ya que el acceso al agua está directamente relacionado con la higiene y la prevención de enfermedades. La OMS (Organización Mundial de la Salud) establece entre 50 y 100 litros de agua por persona y día como el umbral que garantiza un nivel de afectación sobre la salud bajo

En España, gastos inferiores a los 60 litros por persona y día denotan alguna anomalía en el consumo de agua, mientras que por encima de los 120 litros por persona y día son claramente mejorables mediante buenos hábitos de consumo y alguna pequeña intervención técnica en la vivienda que luego describiremos.

¿Cuánto nos cuesta el agua?

Como ya hemos dicho antes, en el imaginario colectivo el agua es barata. Y puede serlo, depende de con que se compare. Lo que es seguro es que el precio es variable en función de donde vivamos.

Según recoge el “Libro blanco de la economía del agua” existen diferencias en el precio de hasta un 350% entre Comunidades Autónomas. Así en Murcia se paga 2,5 euros el m3, cerca del triple de lo que cuesta el agua en Castilla y León o Melilla. En la imagen inferior (OCU, 2016) se reflejan estas diferencias por provincias según una escala de colores. 

El precio del agua en 53 ciudades españolas. OCU, 2016.

La gestión del agua es de titularidad municipal, aunque pueden existir supraorganismos (consorcios de aguas) o empresas privadas que la gestionan. A su vez, existen legislaciones autonómicas y estatales, además de las directivas europeas, que hay que respetar, generando una importante complejidad legal.

Existen diferencias en el precio de hasta un 350% entre Comunidades Autónomas. Así en Murcia se paga 2,5 euros el m3, cerca del triple de lo que cuesta el agua en Castilla y León o Melilla.

Volviendo a la facturación del suministro de agua, se puede decir que hay tantos tipos de facturas como entidades que gestionan el agua. Cada una de ellas incluye diferentes términos, cánones del agua,  en sus facturas. Los conceptos más comunes en los que se desglosan las facturas son:

ABASTECIMIENTO

SANEAMIENTO

ALCANTARILLADO

Pero también pueden figurar en la factura cánones en concepto de desalación de aguas, de aducción, etc. Dependerá de las diferentes administraciones y sus ordenanzas. Independientemente de los diferentes cánones que aparezcan en cada factura, cada uno de estos se descompone en dos términos:

CUOTA FIJA Un precio unitario que se multiplica por el número de días del periodo que abarca la factura.
CUOTA VARIABLE Se abona el consumo de agua que se ha realizado (m3) durante el periodo que abarca la factura.

Es común a las tarifas de agua que los consumos se facturen “por bloques”, estableciendo un precio del agua de forma no lineal, de manera que los primeros m3 de cada periodo de facturación son más económicos, consumos de primera necesidad, y el precio aumenta conforme el consumo se agudiza.

Se trata de tarifas que incitan el consumo responsable, incrementando el precio unitario en función de los volúmenes de agua consumidos. Se busca, con acierto, sancionar el sobreconsumo

Este modelo de tarificación también se aplica en el gas natural, y sería de alto interés que se hiciese en la electricidad, otro suministro básico, pero ese es otro debate. 

A todos estos cánones hay que sumarles un 10% en concepto de IVA. Hay que resaltar que el agua lleva un IVA reducido, no como en los casos de la electricidad y el gas, en los que se paga un IVA de artículo de lujo, al 21%, pero este también es otro debate.

Al diferenciar la tarifa en diferentes cánones  e incluir en cada uno de ellos un concepto variable en función del consumo, lo que sucede es que un descenso en el consumo produce repercusión en tres o cuatro epígrafes diferentes de la factura. No pagaremos lo mismo en concepto de alcantarillado, por ejemplo, si consumimos 10 m3 al año, que si consumimos 100 m3.

Aunque el precio de un litro de agua nos pueda parecer insignificante (a modo de ejemplo, en Madrid el litro cuesta en la actualidad 0,001486 €, antes de impuestos), no conviene perder la perspectiva de que un consumo medio en España se sitúa entre los 60 y los 120 litros por persona y día.

Para una familia de 4 miembros la horquilla económica en que se mueven estos volúmenes de consumo oscilan entre los 506.96 € y los 1013.92 € (según el simulador de facturación del Canal de Isabel II en Madrid, considerando que Madrid se encuentra en el 2º de los 4 tramos del precio del agua según la OCU (2016). 

Por lo tanto, ahorrar en la factura del agua es rentable

  • De forma directa, aunque esté extendido el concepto de que el agua es barata, ya hemos demostrado que las diferencias anuales en la factura pueden ser notables.
  • De forma indirecta, ya que un consumo consciente del agua mediante buenos hábitos de uso permite, además, ahorrar energía en el hogar.

El agua dulce resulta ser un bien cada vez más escaso y su sobreconsumo genera además un mayor volumen de emisiones de gases de efecto invernadero.

¿Cómo ahorrar agua?

Hay algunas medidas para el ahorro de agua que puede ponerse en marcha desde el mismo momento de leer este artículo, especialmente aquellas referidas a los buenos hábitos de consumo.

Otras necesitarán de aplicar alguna medida técnica que deberemos planificar: compra y montaje. Por último, si queremos llegar a fondo en la materia existen unos últimos consejos que pueden resultar sorprendentes pero muy efectivos.

Es en la cocina y en el baño donde fundamentalmente se producen las actividades que más consumo de agua producen en la vivienda. Donde más agua se gasta en la vivienda es en el inodoro, seguido de la ducha y la lavadora. Si, además, la vivienda tiene jardín o una terraza con plantas, no es desdeñable el agua que estas necesitan.

Ahora mismo...

Puedes hacer pequeños gestos en tu día a día vinculados al ahorro de agua. La mayoría de éstos no solo harán que vivas de una forma más sostenible, sino que además en todos los casos estarás ahorrando dinero.

Parece un buen hábito evidente pero no siempre se hace. Podemos cerrar el grifo mientras nos cepillamos los dientes, pero también mientras nos afeitamos, o nos peinamos, si es que mojamos el peine. Igualmente podemos cerrar el grifo de la ducha mientras nos enjabonamos.

Mojar las cerdas del cepillo de dientes previamente al cepillado hace que estas se ablanden y pierdan una mayor capacidad de limpieza, además de consumir agua, claro.

Ligado a este hábito debe estar el de recoger el agua en recipientes. Por ejemplo, el agua que necesitamos para el enjuague después del cepillado de dientes lo podemos recoger en un vaso y así no correrá el agua mientras nos enjuagamos. Algo similar podemos hacer para, por ejemplo, afeitarse, reutilizando el agua que podemos acumular en el lavabo.

Beber directamente de un grifo, puede suponer aprovechar no más del 50% del agua que sale por el grifo. Resulta conveniente utilizar un vaso para ello.

Igualmente podemos hacer para el riego de las plantas:

Regular correctamente el aporte de agua a las plantas es muy importante. Respetar los periodos de riego (en verano, uno o dos veces al día, en las mismas horas) y aportar siempre la misma cantidad de agua.

Además, si se riega fuera de las horas de calor, el agua no se evaporará antes de ser absorbida por la planta. Esto hará que las plantas tengan un desarrollo vegetativo mucho más satisfactorio ya que se les evitará el estrés hídrico.

Una regadera, o el riego por goteo, con un programador, realizan esta función mucho mejor que el riego a manta mediante una manguera.

Cada vez que usamos el agua hay que asegurarse que el suministro queda cortado, por ejemplo: que el grifo no gotea, pero también que la cisterna del baño no se ha quedado enganchada tras su uso.

Una pérdida de 10 gotas por minuto en un grifo que no cierra bien suponen cerca de 2.000 litros de agua al año.

La diferencia en gasto de agua es notable. Las alcachofas de la ducha suelen tener un caudal entre 18 y 20 litros por minuto. Por tanto, una ducha de 5 minutos puede consumir entre 90 y 100 litros de agua, mientras que llenar una bañera puede llegar a los 200 litros. Además, una vez bañados, ¿quién no se ha dado un último aclarado con la ducha?

Ahora bien, si alargamos la ducha indefinidamente, 10 minutos o más, puede resultar que el gasto en agua sea incluso superior al de bañarse. Datos de la OMS (Organización Mundial de la Salud) indican que la ducha estándar dura 10 minutos y en ella se consumen 200 litros. Por tanto, no servirá simplemente con tomar una ducha frente a bañarse, sino que esa ducha deberá tener algo más de consciencia.

Para reducir el consumo de agua que generamos mientras nos duchamos es conveniente, como ya se ha dicho con anterioridad, cerrar el grifo mientras nos enjabonamos. Además, es conveniente controlar el tiempo de duración de la ducha: con 4 o 5 minutos puede ser más que suficiente.

Intermon Oxfam lanzo hace ya algunos años una campaña de ahorro de agua en la que incitaban a colocar un reloj de arena de 4 minutos con una ventosa sobre los azulejos del baño, que ellas mismas proporcionaban.

Un consejo más casero es poner una canción de duración conocida mientras nos duchamos, de tal manera, que sepamos el tiempo que llevamos en la ducha. Un último elemento ahorrador de agua en la ducha es la sustitución de la alcachofa tradicional por una de menor caudal, pero de ello hablaremos mas adelante.

En España es muy común que en los baños haya instalado un bidet. Su utilización es cada vez menos común, pero resulta un elemento que ayuda al consumo racional del agua, ya que permite lavarse de una forma cómoda con un gasto menor de agua. Si no necesitamos darnos una ducha sino, por ejemplo, lavarnos los pies, usemos el bidet.

Es muy común que en las viviendas el agua caliente no surta instantáneamente por el grifo, y haya que esperar un tiempo, a veces más, a veces menos, para que llegue. Es interesante recoger ese agua en algún recipiente: cubo, o incluso en alguna jarra de diferente tamaño. Este agua se podrá aprovechar para múltiples usos: fregar el suelo, regar las plantas o incluso para utilizarla a modo de cisterna para el inodoro.

Es fácil que estas esperas sean de hasta 1 minuto o más, lo que supone que puedan desperdiciarse, en ocasiones, 10 litros o más de agua, lo que equivale al volumen de una cisterna completa.

También es conveniente que las duchas sean consecutivas, para evitar este efecto de “espera del agua caliente” y para aprovechar el calor del baño, que en ocasiones se calienta un poco más que el resto de estancias de la casa, mediante algún calentador de aire, cuando uno se va a duchar.

Además de que echar al inodoro materiales que no sean el papel higiénico resulta un problema ambiental (las toallitas, compresas y demás se acumulan en las depuradoras generando verdaderos tapones y complejizando el proceso), echar este tipo de elementos por el inodoro supone que, sin querer, accionemos la cisterna y utilicemos una nada despreciable cantidad de agua para “limpiarlo”.

En algunos lugares del mundo incluso se recuerda que al usar el inodoro no hay que echar el papel higiénico en él, sino a la papelera, porque son comunes los atascos.

Hoy en día nadie se plantea el uso de la lavadora frente a lavar a mano. Hay más discusión sobre el lavavajillas. La discusión no se basa en los ahorros de agua que se producen en cada lavado, sino en el consumo de materiales, agua y energía que supone producir un lavavajillas y cómo tenemos que introducir esto en el cálculo posterior. Vamos, que no vale externalizar los consumos de producción y gestión de los residuos posteriores, teniendo que incluirlos en los cálculos de cada uno de los lavados. No queriendo obviar el debate, que existe, aquí nos centraremos en cómo hacer un buen uso de estos electrodomésticos si ya los tenemos. El ahorro energético y de agua que produce el uso de estos electrodomésticos se vería comprometido si no lo llenamos. Algunos de ellos tienen programas de media carga, pero estos no son igual de eficientes que los de carga completa, es decir, no consumen la mitad de la electricidad y agua que con carga completa. Salvo que sea imprescindible que lo pongas, tiende a esperar a que se llenen para usarlos.

Salvo en algunas regiones muy concretas, el agua del grifo tiene propiedades iguales o mejores que el agua embotellada, y es mucho más económica.

¿Acaso no bebemos de las fuentes públicas? Además, de esta manera, evitas la producción de plásticos y reduces el transporte necesario para que esas botellas lleguen a tu casa. Y, para rizar el rizo, no estarás apoyando la privatización de los manantiales. Pídela del grifo incluso en los restaurantes o bares a los que vayas.

Poco a poco...

Para poder mejorar, aún más, el consumo de agua en la vivienda ya deberemos pasar de los buenos hábitos, que hemos descrito en el apartado anterior, a la consideración de la eficiencia, introduciendo elementos ahorradores de agua en grifos, cisternas, etc.

Se trata de pequeñas inversiones, que podremos ir introduciendo poco a poco en la vivienda y que se amortizarán en un breve periodo de tiempo gracias al ahorro que se consigue.

Comúnmente las cisternas suelen tener una capacidad de 9-10 litros. En algunos casos es necesario utilizar todo ese volumen de agua para la limpieza, pero en la mayoría de los casos eso no es así. Por ello, se han desarrollado las cisternas de doble descarga, que según las necesidades, permiten vaciar la mitad o toda la capacidad de la cisterna, pudiendo ahorrar, en algunas descargas, el 50% del agua.

No es necesario cambiar de cisterna para esta adaptación, si bien se deberá cambiar el sistema interior. No resulta complejo y puede ser realizado por uno mismo, siempre que elijamos el modelo adecuado.

Si se quiere abaratar la inversión, también se puede utilizar un sistema casero de ahorro en la cisterna: introducir una botella de dos litros llena de agua en la cisterna y conseguir que ese volumen de agua no se utilice en cada descarga.

No es tan eficiente como el sistema de doble descarga pero así evitamos consumir dos litros por descarga, lo que al final de año supondrá un ahorro notable.

Conviene no confundir perlizadores con aireadores. Mientras la instalación de perlizadores nos garantiza un ahorro mínimo del 40% en el consumo de agua, además de evitar la acumulación de cal en los grifos gracias a su diseño; los aireadores, algo más económicos, siendo capaces de economizar agua, en torno al 20%, lo único que aportan es un estrangulador de paso, que evidentemente ahorra agua, pero que sería el equivalente a cerrar un poco la llave de paso.

Además, si un día hay variación de las condiciones de presión de la instalación, nos encontraremos con que los aireadores restringen la calidad del servicio, resultando “pobre” el chorro ofrecido. En general, hoy día, es raro el grifo que no viene de serie con un aireador (los de chorro ya pasaron a la historia, por suerte). En general, cuando se obtura o hace viejo, se suelo sustituir por otro, y suele buscarse el más económico (normalmente de producción asiática), con lo que estaremos haciendo una mala inversión, ya que  es posible que la calidad de este sea incluso inferior al original del grifo.

Nos centraremos en los perlizadores, que son el elemento que ofrece una mayor eficiencia en cuanto al ahorro, además de una mejor calidad, aunque su precio es algo más elevado. En algunos casos, a los perlizadores se les denomina como economizadores, pero hemos de tener claro que no son simples reductores de caudal.

Los perlizadores,que son una patente desde hace más de 18 años, de RST, son unos elementos dispersores que mezclan aire con agua apoyándose en la presión, reduciendo de este modo el consumo de agua y, por consiguiente, también la energía necesaria para obtener el agua caliente.

Están basados en el «Efecto Venturi”, que a grandes rasgos consiste en crear una aspiración de aire, la cual se produce por la aceleración del agua, al pasar por un estrechamiento; es algo parecido, al “rebufo” que produce un vehículo al pasar a gran velocidad, absorbiendo y generando una estela tras él. A mayor presión, mayor porcentaje de aire insuflado en el agua y mayor ahorro. La firma RST, certifica que, con 2,5 Kg/cm² de presión, se garantiza un ahorro de entre un 40% y un 60% y, si ésta es de más de 3 Kg/cm², el ahorro puede llegar a ser de un 70% o incluso más.

De esta manera se consigue disminuir el consumo de agua pero no el confort, que además es aumentado, saliendo un chorro de agua más agradable y eficaz con el jabón.

La palabra perlizador viene del brillo y efecto del agua y las burbujas que se obtienen de este efecto, consiguiendo insuflar aire en su interior y aparentando haber mucha más agua que la que realmente hay.

Si quieres saber algo más sobre el funcionamiento de los perlizadores y su diseño, entre otra cosas, te recomendamos que leas “Hidroeficiencia en el sector hostelero” de Luis Ruiz Moya, muy recomendable y de donde hemos obtenido esta información.

Es común que el caudal de la ducha se sitúe entre los 18 y los 20 litros por minuto. Esto quiere decir que si estamos 5 minutos en la ducha, estaremos consumiendo entre 90 y 100 litros de agua.

Los departamentos de control energético de algunos países han emitido regulaciones respecto a la cantidad de agua que estos dispositivos pueden dejar pasar. Esto se hace para evitar el desperdicio de agua y el consumo desmedido, no sólo de agua, sino también de gas o de electricidad requerido por los calentadores/calderas. Por ejemplo, en Estados Unidos, aquellas alcachofas que permiten un paso de no más de 2 galones por minuto (aproximadamente 7-8 litros) muestran una etiqueta que dice “water sense», lo que garantiza un consumo menor de agua.

En España existen algunos modelos de alcachofas economizadoras, no demasiados, que, al igual que los perlizadores, funcionan según el «Efecto Venturi». Esto es, la alcachofa posee unos orificios que permiten el paso del aire, de tal modo que cuando el agua atraviesa la alcachofa se crea una depresión en los orificios que permite una inyección de aire. No hay pérdida de flujo, lo que sucede es que el aire ocupa el espacio del agua. Este procedimiento permite ahorrar hasta 75% de agua sin perder en confort y comodidad.

Estas alcachofas tiene un caudal de 6,5 litros por minuto (a 3 bares de presión). Por tanto, si una ducha de 5 minutos con un alcachofa tradicional tiene un consumo de agua de entre 90 y 100 litros, con esta alcachofa este consumo se reducirá hasta los 32.5 litros.

Si nos duchamos una vez todos los días del año, ahorraremos más de 20.000 litros de agua en la vivienda, sólo con este cambio.

Cuando vamos a comprar una lavadora o un lavavajillas para el hogar, normalmente nos fijamos en el precio, en la potencia y en su durabilidad; pero hay un factor muy importante que se nos suele pasar por alto, cada vez menos: el consumo eléctrico y de agua.

Se trata de una característica muy importante que hay que tener en cuenta, porque el consumo energético (eléctrico) y de agua de los electrodomésticos afecta de forma directa a las facturas de los servicios básicos de la casa que pagamos cada mes.

Desde la aplicación de la Directiva Europea 2010/30/EU, los electrodomésticos más comunes tienen la obligación de mostrar una etiqueta energética con los datos más representativos de su consumo, así como un indicativo de su calidad energética.

En el caso de las lavadoras, se debe considerar lo siguiente en cuanto a la información mostrada en la etiqueta energética:

Estos valores tienen que figurar en la etiqueta de eficiencia que todos los electrodomésticos deben tener por ley, junto a mucha más información. 

Clase de la eficiencia energética

Se representa por una letra y un color. La diferencia entre una clase A+++ (la más eficiente, menor consumo, menor gasto energético) y una D (la menos eficiente, mayor consumo, mayor gasto energético), para una lavadora de similares características, puede suponer un ahorro energético de hasta el 50%.

Esto significa que puede suponer unos 20-50 € de diferencia al año. Si consideramos la vida útil de una lavadora en 8 años, estaríamos hablando de entre 160 y 400 € de ahorro en cuanto al consumo energético.  En este caso solo estamos hablando de consumo eléctrico, que también hay que considerar el consumo de agua.

El consumo anual ponderado de agua en litros

Se calcula en base a un uso de 220 lavados al año, y de forma ponderada, es decir, utilizando diferentes modos de lavado.

Valores de ruido

Es un aspecto importante a tener en cuenta si tienes la lavadora dentro o cerca de habitaciones en las que suelas estar. A partir de 65-70 dB el ruido comienza a considerarse molesto.

Como en este artículo estamos profundizando en un consumo más eficiente del agua diremos que los modelos de lavadora de bajo consumo serían los que utilizan hasta 44 litros por lavado (para 5 Kg de capacidad de carga). O un máximo de 47 litros si tienen 7 kilos de capacidad de carga.

Si analizamos el consumo de agua por kilo de ropa lavado, las lavadoras de 7 Kg de capacidad resultan, en general, más eficientes que las de 5. Hay muchos modelos que consumen entre 42 y 45 litros, lo que supone menos de 6 litros y medio por kilo de ropa lavada.

Otro elemento a considerar es la temperatura a la que ponemos la lavadora. Si se utiliza la lavadora a menos temperatura se consumirá el mismo volumen de agua, se conseguirá el mismo nivel de limpieza en la ropa (salvo casos excepcionales) pero se consumirá bastante menos energía.

El aporte de calor al agua supone un 78% del consumo total de energía del programa en caliente de una lavadora, este valor variará en función de la temperatura del agua de aporte a la lavadora. El aumento de consumo según se incrementa la temperatura del lavado es muy notable, siendo este a 30ºC más del doble que en frío y a 50ºC casi el doble que a 30ºC.

Por lo tanto, si pasamos de lavar de 50 a 30ºC, nos podremos ahorrar como mínimo 25 € al año (cálculo realizado considerando el consumo de una lavadora diaria). Si, además nuestra lavadora consume menos agua, menor será el volumen a calentar, con lo cual mayor ahorro energético.

Respecto al lavavajillas hay que tener en cuenta:

Considerando la oferta existente, parece razonable considerar que un lavavajillas es eficiente respecto a su consumo de agua si su gasto por lavado es inferior a 10 litros.

En la actualidad un gran número de modelos tienen consumos inferiores o iguales a esa cifra y, algunos de ellos, la mayoría para 13 servicios, tienen consumos de sólo 6,5-7 litros por ciclo de lavado. En los lavavajillas, para una misma temperatura, los programas cortos ahorran tiempo pero consumen más energía, por eso  no son recomendables desde el punto de vista de la eficiencia, otra cosa son las necesidades puntuales de cada uno.

Hay varios factores que influyen en la eficiencia del lavado de la vajilla: la cantidad y la presión de agua, la energía y el tiempo. En un programa corto, el tiempo se reduce a costa de aumentar la cantidad de agua caliente y la presión, por eso gasta más. Para situarnos, más del 90% del consumo eléctrico de un lavavajillas se usa para calentar el agua de lavado, por eso la eficiencia de los lavavajillas en cuanto a consumo de agua es importante.

Los programas Eco resultan muy eficientes para una vajilla con suciedad normal y restos de alimentos poco adheridos.  Son muy largos y lavan a una temperatura constante de 50ºC para consumir lo mínimo. De hecho, el consumo de este programa es el que se mide a la hora de asignar a cada lavavajillas una clase de eficiencia energética. Pero cuidado, en realidad no hay un programa que sea siempre más eficiente, todo depende de tu vajilla.

Si nos duchamos una vez todos los días del año, ahorraremos más de 20.000 litros de agua en la vivienda, sólo con este cambio.

A fondo...

Todos los sectores de la sociedad estamos contribuyendo desde hace tiempo al ahorro de agua, bien por un objetivo económico, bien por un objetivo ambiental, o por ambos. Sin embargo, todavía podemos avanzar más para hacer un buen uso de la misma. Con los consejos que te proponemos en este apartado aprenderemos a valorarla mejor y a reducir su consumo al máximo.

Las plantas habituadas al clima no necesitarán tanta agua, de hecho casi podrán regarse con el propio agua de la lluvia, sin necesidad de generar gastos extra de agua. Además, si te vas un periodo largo de la vivienda, no tendrás que preocuparte de ellas.

Siguiendo con las plantas, el agua de hervir la verdura o los huevos es un alimento excelente para las plantas de la vivienda, ya que contiene muchísimos nutrientes. Sólo es necesario recogerla y esperar a que se enfríe. También podemos utilizar la del acuario, cuando vamos a cambiarla, ya que aporta una gran cantidad de nutrientes a nuestras plantas.

Siempre que tengas espacios en la vivienda en que esto sea posible: una cubierta, una terraza, etc. Hay mil y una maneras de recogerla, desde las formas más rudimentarias como, por ejemplo, dejando cubos al aire libre mientras llueve; hasta las formas más sofisticadas instalando canalones y bajantes que recogen el agua y lo llevan hasta depósitos de almacenaje. Todo dependerá de tus posibilidades y las ganas que le pongas.

Este agua de lluvia, además de ser mejor para lavar la ropa, es muchísimo mejor para regar nuestros jardines y campos de cultivo. El agua sin cloro y otros tipos de sales aporta vitalidad a las plantaciones.

Muchos usuarios de aguas pluviales aseguran que sus plantas lucen mucho más florecientes utilizando aguas procedentes de la lluvia.

También puede ser muy útil para utilizarla en el inodoro, para fregar la vivienda, etc., pero ¡cuidado! no la uses para el consumo humano, ya que no está tratada.

Los depósitos de aguas grises son un equipamiento cada vez más habitual en los nuevos hogares. Las aguas grises son las que se obtienen de la cocina, de la lavadora, del lavavajillas o de la ducha. Estas aguas residuales se pueden conducir a un pequeño depósito que, posteriormente, alimenta la cisterna del váter.

Quizás su instalación en una vivienda pueda resultar algo más compleja, pero si estás buscando una vivienda nueva, no dudes en darle importancia a la existencia de esta instalación.

Este consejo no tiene que ver con tu ahorro directo de agua en casa, al fin y al cabo, si sustituyes agua por papel higiénico en el baño estarás consumiendo más agua “directamente”, pero ahorrándola “indirectamente”.

¿Sabes cuánta agua se utiliza para fabricar un rollo de papel de baño? 140 litros de agua. Además a ello se añaden 0,7 kg de madera y 1,3 kWh de energía eléctrica.

En la mayoría de países del mundo es poco probable que encuentres papel higiénico en los baños, en donde la gente se limpia con agua, según diferentes métodos. Algunos directamente con la mano, con un cubo de agua y un trapito, con una manguerita, o incluso incorporando el agua de limpieza al propio inodoro, en forma de chorritos bien dirigidos, como hacen en Japón. Por cierto, por nuestro país ya tenemos este tipo de inodoro a nuestro alcance, aunque es un tanto elevado de precio.

Antes de que llegasen estos inventos modernos, en nuestro entorno el bidet se inventó para ello. Obviamente cada uno lo puede emplear como más le guste o más le convenga, pero el bidet no fue diseñado, en origen, ni para lavarse los pies, ni para que orinen las criaturas, y menos aún para dejar ropa sucia… El bidet se diseñó para limpiarse después de hacer nuestras necesidades.

Si así lo haces, el ahorro de agua será notable, si bien no lo observaras en tu factura del agua.

Si has leído hasta aquí ya habrás observado la relación entre el ahorro de agua y el de energía que puede producirse en una vivienda, pero aún nos queda un último consejo en esta dirección…

La kettle, hervidor de agua eléctrico o tetera, es el elemento más eficiente para conseguir que el agua ebulla. En cuanto al volumen de agua, gastarás el mismo que tuvieses previsto, pero lo harás hervir más rápido y consumiendo menos electricidad gracias a las resistencias de este electrodoméstico.

Si quieres ser súper-eficiente, la forma más económica de conseguir agua hirviendo en casa es coger esta agua del grifo del agua caliente, utilizando el grifo que esté más cerca de la caldera o de la entrada comunitaria de agua caliente, con esto ya tendremos agua a unos 50ºC, como mínimo, e introducirla en la kettel, para que ebulla, para después pasarla a la cazuela, si es que quieres cocinar. Rápido y más eficiente.

En resumen

Como ya hemos dicho, la mayor parte del consumo energético tanto del lavavajillas (casi el 90%) como de la lavadora (78%) se dan al calentar el agua hasta la temperatura que les pedimos. Si conseguimos que consuman menos agua, menos volumen tendrán que calentar, disminuyendo notablemente su consumo energético. Esto tendrá que ver con su catalogación energética. ¡Recuerda mirar la etiqueta al comprarlos!

Algo similar sucede en la ducha. Si reducimos el tiempo de ducha a la mitad, consumiremos la mitad de agua y, lo que es mejor, haremos pasar la mitad de agua por la caldera para que se caliente ahorrando el equivalente en gas o electricidad.

Por último, como acabamos de indicar, resulta conveniente no poner agua fría en una cazuela para que hierva, ya que el gasto eléctrico o de gas se elevará notablemente. Coge el agua del grifo del agua caliente y ya tendrás la mitad del camino recorrido.

Reducir el consumo de agua caliente, o acortar los tiempos para calentarla, es reducir el consumo tanto de gas como de electricidad. 

Además, si reducimos el consumo general de agua, haremos trabajar menos a las bombas que hacen que el agua llegue a nuestras viviendas, y que también son eléctricas. Con ello ahorraremos en nuestra factura de agua, sí, pero también en las de gas y electricidad que, a día de hoy, son bastante más caras. Además, contribuimos a la sostenibilidad del planeta.

Por un lado, porque el agua es un bien escaso y que hay que valorizar y consumir responsablemente, no sólo en tiempo de sequía. Por otro lado, porque un descenso en los consumos energéticos, y ya hemos visto que aquí el consumo de agua está muy relacionado, tiene una relación directa con la disminución de las emisiones de CO2 a la atmósfera (la producción de 1 kWh de electricidad equivale a la emisión de 0,331 kg de CO2

socaire

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